La isla de Fogo, fue descubierta el día del trabajador en 1460 por el navegante genovés Antonio de Noli. Desde entonces se han registrado 27 erupciones. La última ocurrió el 23 de noviembre de 2014 y duró 77 días. Causó la destrucción de tres localidades. A pesar de la catástrofe socioeconómica y ambiental, no hubo pérdida de vidas humanas, gracias a la oportuna intervención de las autoridades y organizaciones internacionales1.

Fogo es una isla casi redonda de unos 25 km de largo. Su volcán activo y homónimo alcanza una altura de 2829 m y la caldera tiene unos 9 km de diámetro. El pico principal se formó en la erupción de 1680 y el pico pequeño o Piquinho se formó en la erupción de 2014.

Desde que decidimos visitar Cabo Verde, conquistar la cumbre de Fogo fue lo primero que nos vino al espíritu. Nos documentamos bastante bien para esta visita. Las recomendaciones generales incluyen, una buena condición física, calzado apropiado, medias largas o polainas y un guía. Nos fuimos con nuestras botas, algo desgastadas pero aún en buen estado para enfrentar todos los caminos del archipiélago. Aunque después de Santo Antão, veía las suelas y me parecía que no llegarian hasta Fogo.

Llegamos a São Filipe, la capital de Fogo en ferry procedentes de la isla de Brava. Los alojamientos en Chã das Caldeiras también organizan el traslado de los visitantes. El trayecto dura una hora, vamos desde el nivel del mar hasta una altitud de más de 1700 m. El chofer se para a la entrada del Parque Nacional y nos regala una primera panorámica, vamos recorriendo la caldera sobre una angosta carretera de piedra, de lado y lado, la lava en sus diversas granularidades, algunas manchas verdes en el paisaje, son cultivos, viñas y manzanos entre otros. El cielo está despejado, el majestuoso volcán se deja contemplar plácidamente, estamos fascinados.

En el aluguer simpatizamos inmediatamente con Sylvie y Olivier, una pareja de experimentados excursionistas, acordamos realizar la ascensión juntos.

Al llegar a la posada nos encontramos a Elise, una joven mamá y a su bebé en el comedor. Ella subió con un guía y al día siguiente fue el turno de Pierre, el papá, se alternaron para cuidar al niño. Pierre usó la traza del GPS de Elise. El itinerario se encuentra en numerosas aplicaciones como mapsme, wikiloc o koomut.
Me parecía difícil que Michel Jones pudiera ponerse de acuerdo con el guía. Efectivamente no hubo trato. Nos dimos cita a las 6 am y salimos los cuatro bajo un cielo aún estrellado. La ascensión es ardua pero directa, no hay pérdida, Fogo es prácticamente un cono perfecto.

La pendiente se acentúa a medida que nos vamos acercando a la cima. Hay personas que van delante de nosotros y otras detrás. Los guías nos preguntan: — ¿Tienen guia ?—. Unos son más insistentes que otros. Nos acusan de seguirles gratuitamente, después nos repiten: — En Cabo Verde, no hay helicópteros. ¿Quién los va a rescatar ?

Después de unos 4 km de caminata con un desnivel de 1000m, llegamos al mirador. La mayoría de las excursiones concluyen en este sitio y luego descienden por una vía casi paralela. Nosotros bajamos por una ruta más interesante.

Es un día espectacular y el paisaje es maravilloso. Observamos toda la caldera en su esplendor, un poco más allá el mar y el humeante centro del volcán. Hay una docena de personas. Nos turnamos para las fotos de rigor. Compartimos una merienda frugal y partimos a la conquista de la cima del cráter, usando la vía ferrata, un trecho bastante técnico y vertiginoso.

Como dijo mi nueva amiga Sylvie, hace falta cierta longitud de pierna para avanzar. Una vez sobremontada esta prueba, tenemos el privilegio de admirar el cráter desde su cumbre. Son otras vistas alucinantes, ahora también vemos el Piquinho, imagino que estoy en la luna (algunos dirán, que ya vivo en la luna 🙂).

Aquí comienza para mí, la parte más difícil de la ruta: bajar sin arrastrar piedras, para no crear una avalancha. Recorrí despacito en este tramo. Michel iba muy atento de mis pasos. Sylvie y Olivier se adelantaron y nos esperaron un poco más abajo en la puzolana (arena de roca volcánica).

La falda de puzolana se extiende a lo largo de más de 500 m de desnivel, así que es posible bajarla esquiando, para los que saben, los que no, se caerán una docena de veces como yo. Al principio es muy divertido, pero luego parece una bajada infinita. Es para este tramo que recomiendan las medias.

Ya abajo, en frente al Piquinho, el culpable de la erupción del 2014, nos felicitamos. Hemos completado el trayecto responsablemente. Nuestros Skechers Go Attitude cumplieron su contrato.

Casa Elena, fue una excelente opción de alojamiento. Al pie de Fogo, con un lindo jardín. Cecilio, el patrón, es un eficiente anfitrión y la cocina de Elena es sabrosa y generosa. El animado comedor invita a interactuar con otros viajeros. Conocimos a Pierre y Marie, una pareja de septuagenarios en super forma, guías de montaña (jubilados) en los Pirineos. La última noche compartimos con una joven y encantadora pareja bretona, Marion y Kevin. Si, Fogo es un destino muy francófono.

Nos quedamos tres días en Chã das Caldeiras. Es posible hacer otras excursiones como explorar el túnel de lava, visitar los viñedos o simplemente caminar y admirar las caprichosas formas de las coladas de lava, sus variadas texturas y la polifacética Caldera bajo diversas luces.

Es un lugar excepcional, seductor, grandioso y a la vez austero. Contrasta la tragedia y la esperanza. En Portela, una de las localidades destruidas en 2014, caminamos entre los escombros de las casas sumergidas por la lava, justo enfrente hay una nueva escuela primaria repleta de niños, se escucha un alegre barullo.

Nosotros elegimos la alegria y las imágenes de Fogo para expresarles nuestros mejores deseos de año nuevo:
Joie et santé pour atteindre tous les sommets de 2025 !

- Silva, S., Alfama, V., & Cardoso, N. (2016). A erupção vulcânica de 2014/15 na Ilha do Fogo Cabo Verde e suas principais consequências. ↩︎

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