Taroudant de todos los días

Antes de llegar a la última etapa de nuestro Road Trip marroqui, nos detiene la policía.

—Su permiso de conducir, por favor. Iba en exceso de velocidad —dice el agente.

¿Está seguro?, no creo que haya sido yo —responde Michel.

Si, iba a 70 km/h, el límite es 60 km/h, aquí puede verificarlo —mostrándole la cámara del radar— Son 150  Dírhams (Dh), una infracción de tercer nivel  —un segundo agente prepara la multa y el recibo, mientras el primero discute amablemente con nosotros:

 —¿Es su primera vez en Marruecos?, ¿Por donde han andado? 

Los policías son guapos, elegantes y super educados. Me provocaba hacerles una foto. Nos vamos tranquilos y más atentos de los límites de velocidad. 

Reservamos un apartamento en Taroudant, el cual no tenía confirmación automática. Nuestro anfitrión, solicitó nuestra acta matrimonial antes de aceptarnos como huéspedes. 

El airbnb se encuentra intramuros, es parte de la planta baja de una casa de tres pisos, los dueños habitan el resto de la residencia. La descripción del apartamento indica una lavadora, pero no la veo. El patrón me dice que su esposa se encargará de la lavandería.  

La hija adolescente usando hiyab viene a buscar la ropa y le pregunta a Michel —¿Cómo es un matrimonio mixto?— Nos miramos desconcertados, nos resuena matrimonio mixto

Al día siguiente nos regresa la ropa limpia, pantys y calzoncillos llegan discretamente en una bolsa aparte.

El viernes es el día del couscous, los anfitriones nos regalaron una enorme y deliciosa parte. Antes de irnos, debíamos sacar la basura, Michel saca la bolsa y dos botellas de vino.  

—Esto hay que esconderlo. Dice el patrón, las botellas se disimulan en una caja de cartón para tirarlas lejos de la casa.

Taroudant es una ciudad amurallada de nueve puertas construida hace 500 años, era la próspera capital del reino. 

De noche, hay mucha animación, la ciudad está bien iluminada y sus habitantes se pasean. En las plazas, los niños se divierten en trampolines y carros eléctricos. Una gran cantidad de bicicletas, carruajes y carretas circulan en la periferia de las murallas  junto a los vehículos motorizados. 

La mayoría de los visitantes vienen desde Agadir para pasar el día, recorren los souks y dan la vuelta a las murallas en carrozas. Nosotros nos quedamos tres días. 

Actividades:

  • Compras.  Frutas, aceitunas, verduras, amlou y dátiles en los souks. Pan y huevos en las bodegas. Galletas tradicionales en la panadería. Explorar los pequeños comercios locales fue un placer para los cinco sentidos.
  • Visitamos la medina a pie, transitamos sus calles en laberinto, descubrimos las bellas puertas de hierro, vimos a los niños contentos que salían de la escuela, a los turistas en carruajes y los cafés locales sin igualdad de género.
  • Subimos y bajamos de las espesas y majestuosas murallas. Recorriendo su perímetro de 7.5 km. Hay algunas partes que han sido reconstruidas y otras que se encuentran en total abandono. La información en cada una de sus nueve puertas es mínima o inexistente. Qué lástima!
  • Cenamos en La Grand boucherie de Taroudant en frente de la terminal de bus. Una carnicería que vende y asa la carne, los acompañantes son unas buenas papas fritas y una ensaladita, para beber solo ofrecen agua, gaseosas y té de menta.

  • Preparar nuestro equipaje. Nuestras pertenencias que han estado rodando libremente en el cofre del carro se vuelven a comprimir en dos maletas y dos bolsos de viaje.

Descubrimos un lugar donde el tiempo transcurre sin prisas y la vida corriente ocurre a la vista de los vecinos.  

Hacia el aeropuerto nos vuelve a detener la policía. En un primer momento se dirigió a mí en arabe, luego en francés.

No lleva puesto el cinturón de seguridad, son 300 Dh —dice el agente.

¿Puedo pagar con tarjeta de crédito?  —pregunta Michel — solo nos quedan 100 Dh vamos de vuelta al aeropuerto —El agente nos mira incrédulo y responde:

Solo en efectivo. 

Disculpe, tengo una hernia cervical, por eso uso este collarín, hoy amanecí muy adolorida y de verdad no sé en qué momento pude quitármelo, soy muy cautelosa en la carretera —le explicó al agente.

 — Bueno tengan más cuidado y bon voyage !—nos despide el comprensivo policía.

Respiramos y  llegamos con tiempo para entregar el Logan Dacia, fiel compañero  en nuestras peripecias en este viaje de 19 días por el sur de Marruecos.

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2 respuestas a “Taroudant de todos los días”

  1. muy buena la narrativa. Por qué la pregunta del matrimonio mixto? Y las fotos de los policias?

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