Salimos de Ouarzazate rumbo a las Gargantas del Dades.
En el camino pasamos por la central Noor, una inmensa planta de energía solar, con medio millón de espejos alineados y una capacidad total instalada de más de 580 MW. No hay posibilidad de visitarla, nos contentamos con la vista de ciencia ficción desde afuera, en el cielo, nos encandila el punto mágico donde converge la luz.


Unos kilómetros después cruzamos el Valle de las Rosas, un sitio importante en la economía de la perfumería, aún no hay muchas rosas, pero todas las tiendas venden los mismos productos derivados. A lo largo de la carretera nos sorprenden los nidos de las cigüeñas en los minaretes disfrutando de sendas vistas panorámicas y la gran cantidad de kasbahs, unos muy antiguos en ruinas y otros recién construidos con bloques y cemento.


Llegamos a nuestro destino, un lugar como los que nos encantan con hermosos y variados paisajes montañeros para aventurarnos en sus senderos.
Hemos ganado algunos metros de altitud y perdido más de 10°C. De nuevo conseguimos las montañas rosadas pero esta vez decoradas en primavera, hay muchos capullos y algunas rosas precoces, los manzanos están en flor, el aroma a higos es una delicia, las amapolas florecen por doquier y nieva polen.


Es una región bastante turística, en la vía hay mucha oferta de alojamientos, cruzamos varios grupos de motoristas y de caravanas. Las atracciones principales son disfrutar de los paisajes de la ruta hasta M’semrir y la excursión de los «Dedos de mono». Les cuento nuestras experiencias en cada una de ellas.
Gasoil en M’semrir
Michel espera que la luz de la gasolina se encienda, para decirme: — Aún podemos hacer X km. En cambio, apenas el tanque marca un cuarto, yo corro a la bomba más cercana.
Es sábado, día de mercado M’semrir, punto de encuentro de los nómadas de la región, el lugar de comercio de ovejas y cabras. Desde nuestro alojamiento, hay que contar unos 100 km (ida y vuelta). Después de pasar las curvas más fotogénicas de Marruecos se enciende la lucecita de la gasolina. Reviso en Google maps y MapsMe, no hay estaciones de gasolina en todo el camino.

—La estación más próxima la pasamos ayer, en Boumalne Dades —digo angustiada.
—¿Cuántos kilometros hay, después de llegar hasta M’semrir? —pregunta Michel tranquilazo.
—92 Km.
— Bueno tenemos para más de 100 km, este carro consume 4 l/100km —responde Michel, sabiéndome inquieta.
—Señor Jesús, ¡dame paciencia ! —suspiro, tratando de admirar el paisaje.
Llegamos al mercado en M’semrir, obviando un camello y la vestimenta de algunos en djellaba, podría tratarse de cualquier mercado en los Andes.


Al entrar, lo primero que veo es un distribuidor de gasoil rudimentario, un local con media docena de barriles que vende por dosis de 5 litros Se bombea el gasoil en un contenedor y luego se vierte en pimpinas o directamente al tanque del vehículo. Varios motoristas y conductores llenan sus tanques. Fue complicado entrar al Souk, es una vía angosta, un bululú que se cruza en medio de las ventas de verduras, huevos y gallinas, tres niños nos persiguen pidiendo dinero y/o caramelos. Dudando de la calidad del combustible solo echamos 10 l, además según las estimaciones de Michel, tendremos suficiente para llegar hasta la próxima etapa.



Entonces, pude relajarme, disfrutar cada kilómetro y cada mirador. De regreso volvimos a cruzar el Valle de las manzanas, el Valle de los nómadas, el Valle de los higos, nos detuvimos en el lomo de la tortuga, en el pasaje donde la carretera es tan ancha como la garganta y de nuevo en las famosas curvas de Tisdrine.



Entretiempo, hicimos dos caminatas inéditas y espléndidas, andando por veredas donde las mujeres lavan la ropa en el río y los hombres labran pequeños huertos.



Madame y los Dedos de Mono
La excursión emblemática de esta región es el sendero de los «Dedos de mono». Son unas peculiares formaciones rocosas. Hemos revisado varias rutas en Wikiloc y nos decidimos por un sendero circular, que incluye el tránsito al interior del cañón (4 km) y luego regresar al punto de partida por una supuesta ruta de pisadas de dinosaurios, para un total de 11.5 km.
Apenas llegamos, los guías nos advierten que necesitaremos ayuda. Ellos no conocen a Michel Jones. Avanzamos y llegamos al primer obstáculo importante, escalar dos metros en una pared de rocas. Los guías están arriba y nos advierten:
—C’est difficile pour Madame —es cierto, Michel logra escalar, me da una mano y upss estoy arriba!
Nos siguen, Michel les advierte que están perdiendo su tiempo, hay uno o dos pasajes difíciles y siempre tenemos los guías detrás, repitiendo:— C’est difficile pour Madame.


Llegamos casi al final del interior del cañón, cuando conseguimos una pareja de jóvenes alemanes, Ruth y Martin, conversamos y discutimos el trayecto. Hay que trepar unos 3 metros, arriba nos encontramos entre un desfiladero ancho entre 50 y 80 cm y profundo de unos 4m, a unos 15 metros del lado izquierdo se encuentra el paso en la cual, hay que secarse las manos, no mirar para abajo, agarrarse bien y dar un salto vigoroso para alcanzar el exterior del cañón.


Michel y yo nos adelantamos, pero pasamos el paso. Martin logra salir, luego Ruth, Michel retrocede y llega al punto de corte, Martin le da la mano y sube. A mí me cuesta un poco más decidirme. Respiré, tomé mi tiempo y aquí se los estoy contando. C’était difficile !
Realmente hicimos una caminata dura y peligrosa. En otras latitudes sería obligatorio llevar cascos y cuerdas. Hay opciones más fáciles, como las que proponen los guías, a lo lejos, ellos se despiden, de cierta manera han sido nuestros guardianes. Pueden haber accidentes graves aquí. No recomiendo hacer este camino sin ellos.


Al final del cañón, un pastor bereber nos convidó a ver sus ovejas, rechazamos la invitación. Nos despedimos de Martin y Ruth, ellos regresaron por las laderas y nosotros por el camino de los dinosaurios, el cual resultó ser muy poco interesante.


En una sombrita frente al río, saboreamos nuestro picnic: pan, huevos duros, tomates, aceitunas, la vache qui rit y un delicioso melón. Después de un buen descanso, volvimos al mirador de los “Dedos de mono», para admirarlos con la luz del atardecer.

Las Gargantas del Dades son sin duda uno de los lugares más bellos de Marruecos.

Deja un comentario