Cuarenta días en Egipto

En marzo del año 2021, nos fuimos a Egipto en plena pandemia de COVID.

Procedentes de Ginebra, aterrizamos a las 2 de la mañana hora local en Sharm el-Sheij. Bajamos del avión, debíamos andar un buen trayecto y coronar unas escaleras para alcanzar la terminal de llegadas. Salí caminando apuradita y en la subida dejé a todo el mundo lejos. Quería ser una de las primeras en la cola de inmigración.

Mi pasaporte venezolano no pasó desapercibido, el funcionario tenía dudas, me hizo varias preguntas y realizó un par de llamadas antes de otorgarme la visa on arrival. A mí esos minutos siempre se me hacen eternos. Tengo la impresión que esa vez fue más largo que de costumbre, sentía el malestar creciente del resto de los pasajeros esperando su turno.

Recogimos la maleta, compramos dos cartas SIM. Salvando muchas diferencias me parecía haber aterrizado en Porlamar, quizás por la caminata en la pista con la brisa marina, las palmeras y la presencia militar. Tomamos un taxi,  Michel que siempre va pendiente de las direcciones con el GPS le dice al chofer, ya se pasó el hotel. El taxista, tranquilamente en una vía de cuatro canales, retrocedió unos 200m  sin ni siquiera cambiar al canal lento,  así nos dejó de madrugada en frente al Sharm Inn Amarein.

Sharm el-Sheij, es una ciudad costera del mar Rojo en la península del Sinaí. Ha sido un punto de encuentro para tratar los conflictos entre Israel y Palestina, pero sobre todo es un paraíso de veraneo y un destino apreciado por los amantes del buceo. Ofrece una gran variedad de hoteles todo incluido y la frecuentación es muy internacional.

Escogimos este destino por dos razones, primero, en tiempos de pandemia, la visa era más fácil de obtener aterrizando aquí, nos permitía una estancia de hasta 45 días en lugar de 30, además nos exoneraron el pago de la visa (25 USD). Segundo nos cruzariamos con los sobrinos.

Nos despertamos con un cielo azul. El desayuno egipcio me cautivó: el foul, una deliciosa crema de caraotas negras con un toque de comino, el queso blanco fresco y la  ensaladita de tomate y pepino casi me hicieron olvidar que faltaba una arepa.

Nos encontramos con P.Y. y Maude y fuimos al Farsha Mountain Lounge, el sitio incontournable. La decoración es de una galaxia muy lejana, recuerda un bar en Tatooine, disfrutamos de un atardecer bellísimo y de un par de cócteles. Si, aquí nos sirvieron alcohol, algo que no se encuentra fácilmente en estos lados del planeta (no lo sabíamos en ese momento).

Al día siguiente visitamos el Parque Ras Muhammad, una reserva natural, sus fondos marinos tienen fama de estar entre los más bellos del mundo. Es un sitio espectacular, los contrastes de colores del agua,  del desierto y de las montañas del Sinaí son magníficos. Lo recorrimos en carro con un guía,  hicimos snorkel y almorzamos en una tienda beduina. Un bello paseo.

De regreso acompañamos a los sobrinos al hospital para buscar los resultados de sus pruebas PCR. Al día siguiente ellos volaron a Estambul y nosotros tomamos un bus al Cairo.

Así comenzaron nuestros cuarenta días en Egipto.

Una respuesta a “Cuarenta días en Egipto”

  1. Avatar de ANNE BRIGITTE LORRIAUX
    ANNE BRIGITTE LORRIAUX

    Gracias Sara para hacernos viajar 😊

    Le gusta a 1 persona

Deja un comentario