Aterrizamos en la isla de Faial. Apenas salimos del aeropuerto, nos sorprende, como una visión, la montaña más alta de Portugal, Pico, en la isla vecina del mismo nombre . Michel se estaciona para fotografiarla. En unos días intentaremos coronar su cumbre.
Nos vamos directo a la Caldeira de Faial, una caminata de 7 km recorre el borde del cráter. Lo hacemos en dirección suroeste, vamos contra y con el viento, contemplando majestuosos panoramas de toda la isla, al oeste, Capelinhos y al este, Pico y su piquiño nos guiñan un ojo.




Al llegar a nuestro hotel, está en obras, nos proponen mudarnos a un estudio en el paseo marítimo. La ubicación es genial, está cerca de todo. Horta es una ciudad encantadora, a mi parecer, la más cosmopolita del archipiélago, gracias a que su bahía es un puerto seguro, es la parada ideal o obligada de los marinos que pasan por acá. En el muelle, tripulantes de todos los mares han plasmado grafitis multicolores con mensajes de paz y aventuras. Se respira un aire muy internacional.



Cenamos en el Peter Café Sport, un lugar muy célebre en el mundo de los navegantes, en los tiempos sin internet, servía de punto de encuentro y oficina de correos/encomiendas para los marinos que surcaban las Azores. Está decorado con banderas y calcomanías de todas partes del globo. Si bien la comida no nos pareció excepcional, su famosa bebida, el Gin do mar y su super ambiente, merecen más de una visita.

Al día siguiente exploramos la punta de Capela. Alli se encuentra Capelinhos, un volcán nuevo, nuevecito, surgió de una erupción en el mar entre 1957 y 1958. Un paisaje lunar muy interesante. El terremoto solo dejó en pie el faro, hoy es el centro de interpretación.



Visitamos el museo de Horta, se encuentra en un antiguo colegio jesuita. Presenta varias exposiciones: arte sacro, aviación e historia de Faial. La que más me gustó fue la dedicada a las comunicaciones por cable. En 1893, un cable submarino enlazó Norteamérica y Europa pasando por Horta , así fue como una gran cantidad de mensajes nortrasatlánticos eran repetidos aquí. El mapa The empires of the Word and the cable system (1905), nos recuerda cómo ha cambiado la geopolítica y la importancia estratégica de los sistemas de comunicación.



Recuerdo que mi mamá solía enviar telegramas en ocasiones especiales. En algún lugar tengo guardado un telegrama que recibí de mis abuelos felicitándome por mi cumpleaños. Las palabras eran caras, pero más baratas que en 1900, cuando enviar 20 palabras costaba 100 US$, pero tardaban apenas un minuto 😉.
Observando las muestras de cables y los circuitos de la época, me maravillo de los primeros ingenieros que trabajaron para tener el universo interconectado que tenemos hoy. A mis estudiantes podría explicarles como usaban el puente de Wheatstone para determinar la distancia a la falla del cable submarino ( lo aprendí en el video del museo).
Horta nos cautivó.
Bajo una garúa, el día de la Inmaculada Concepción, feriado en Portugal, rodamos nuestro equipaje hasta el puerto para embarcarnos rumbo a Madalena, Pico.

¿Lograremos conquistar su cima ?
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