Excursión a la Isla de Corvo

Durante el mes de diciembre, el ferri entre las islas de Flores y Corvo, zarpa dos días por semana, martes y sábado.

Compramos pasajes para el sábado 2 de diciembre. La funcionaria, muy atenta, nos indica que si el oleaje supera los 3.2 m, anulan el itinerario.

En la víspera, consultamos los sitios especializados en mareas, todos reportan vientos moderados y olas entre 3.2 y 3.6 m. Optimistas, preparamos nuestro pícnic y nos fuimos al puerto. Apenas llegamos, recibimos un SMS. El viaje ha sido suspendido, queda reprogramado para el día siguiente. Afortunadamente, el primer domingo de adviento se anuncia soleado con olas que oscilarán entre 2.4 y 3 m.

Por la mañana, Michel, algo pesimista, prepara unos sándwiches con aguacate y quesos azorianos para el almuerzo. De camino al puerto, nos detenemos en un mirador para divisar la embarcación que debe llegar de Corvo — ¡Si, allí viene !

Muy entusiasmados abordamos el Ariel.  Junto a Magdalena y Matias, una pareja de simpáticos polacos, éramos solo cuatro pasajeros en el navío de 15 puestos. La travesía de 15 millas náuticas, duró casi una hora y grité — ¡coño! — demasiadas veces. Las olas de tres metros me parecían gigantes.

Desembarcamos. Preguntamos por los taxis. Amablemente, llaman al Sr. Carlos. Todos se conocen, son menos de 400 almas en la isla. La carrera ida o ida/vuelta hasta el mirador vale 10 euros por persona. En el corto trayecto pero sin vaivenes pude conversar un poco con Magdalena.

Corvo es la más pequeña de las Azores mide 6.5 km de largo y 4 km de ancho. El Caldeirão (cráter), que vinimos a visitar, tiene un diámetro máximo de 2.3 km y  la caminata que recorre su interior es de unos 5 km. Con éstas proporciones podemos anticipar lo impresionante del panorama. Para completar es un día espléndido, muy radiante.  Es nuestro primer día de cielo azul en el archipiélago.

La visión es surrealista, nos quedamos boquiabiertos,  el caldeirão es simplemente hermoso e inmenso,  unas vacas que no se sabe cómo llegaron hasta allí, pastan serenas y hay un silencio que retumba en los oídos. Estamos prácticamente solos. Magda y Matías, toman una ruta diferente, luego los percibiremos en una de las penínsulas interiores.

Iniciamos la caminata a las 11:30 am, tenemos un poco más de 4 horas para recorrer el cráter y volver al puerto, es suficiente para completar el circuito (10.6 Km), pero muy cortico para disfrutar los paisajes corveños.

Todavía nos queda tiempo para tomar un café en el Bar de los Bomberos (único sitio abierto). El patrón nos habla en español y una chica se nos acerca para decirnos que una madrileña vive en la isla, pero que cruzarse con una venezolana por esos lares es insólito. El grupo tiene ganas de  que nos quedemos charlando pero nosotros debemos regresar, al día siguiente tomaremos un vuelo a Horta.

Me voy envidiando un poco a Magda y Matías, quienes pasarán la noche en la isla, retornaran a Flores en avión.

De regreso, somos los únicos pasajeros del Ariel. Se levanta el ancla, el mar está menos picado, voy muy atenta para avistar delfines — ¡ allí van! —  grito emocionada. El capitán frena para que podamos deleitarnos con sus saltos 🐬. Sigo atenta, observando el grandioso océano, tratando de aguaitar una ballena.

Este es el día más bonito que hemos pasado en las Azores 🥰.

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Una respuesta a “Excursión a la Isla de Corvo”

  1. […] Despegamos de Funchal y aterrizamos en São Miguel para explorar la isla más grande de las Azores. De allí volamos hasta la isla de Flores, desde donde logramos visitar la diminuta isla de Corvo.  […]

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