Procedentes del aeropuerto Cristiano Ronaldo, aterrizamos en el aeropuerto João Paulo II, en São Miguel, la más grande de las Azores.
¡Estamos en la mitad del océano Atlántico, en una isla de 14 km de ancho !

A primera vista el paisaje impresiona por la cantidad de colinas verdes, las vacas y los muros de piedra que separan los terrenos y delimitan las carreteras. Cuando recorremos la isla, nos sorprenden las lagunas, las cascadas y los pueblitos costeros. ¡Qué isla tan verde! es un verde muy luminoso. Los colores verdes están omnipresentes. No en vano la llaman la isla verde y bueno es que tienen agua de sobra, cae del cielo casi a diario.
El tiempo es muy variable, estamos en noviembre y los días son cortos. Cualquier momento sin mucha lluvia es bueno para salir a pasear. Y si cae un chaparrón nos vamos a visitar los museos.
En este post, menciono los sitios que más nos gustaron de São Miguel:
- Siete ciudades, en la caldera de un cráter inactivo, se formaron dos lagunas una se ve azul y la otra verde. Es un paisaje espléndido. Lo admiramos desde varios puntos de vista, entre nubes se deja fotografiar. Es la carta postal de las Azores.



- El Hotel Monte Palace, situado en el mirador Vista del Rey es un sitio apocalíptico. Nosotros alucinamos. Aquí les dejo la historia insolita de este hotel.



- La laguna del volcán de Furnas, es el sitio donde vimos más turistas. Las fumarolas y las aguas hirvientes donde preparan el cozido tipo azoriano son muy singulares. ¡Todo un espectáculo !



- El Jardín Botánico y parque termal Terra Nostra, un paseo sublime entre una flora espléndida con algunas especies endémicas y una delicia total sumergirse en la inmensa piscina de agua tibia, rodeada de una una vegetación exuberante.



- Ponta da Ferraria, a marea baja, el agua en el mar está calientica gracias a las fuentes volcánicas. Es una ricura, cuando llega una ola se enfría un poco y hay que agarrarse de las cuerdas, porque la resaca puede ser fuerte. Nos encantó, queríamos volver pero los horarios de la marea baja no volvieron a convenirnos.



- Vila Franca do Campo, este pueblito está enfrente de un islote nacido de un cráter, es un paisaje único. Aquí también se encuentra la fábrica de las deliciosas de Queijadas da Vila, uno de los postres tradicionales, unas quesadillas muy delicadas y sabrosas. Adicionalmente se puede visitar el mirador de Nuestra Señora de la Paz, una iglesia que nos recordó la iglesia de Bom Jésus do Monte en Braga.



- Ribeira Grande, un pueblo encantador con su puente de ocho arcos, su centro histórico, sus iglesias y el Arquipélago, su museo de arte moderno. Me enteré escribiendo estas líneas, que no es un pueblo, es la segunda ciudad de São Miguel con aproximadamente 6000 almas.



- El Nordeste de la isla, tiene unos miradores espectaculares con mesitas y parrilleras, nos detuvimos al final del día, para deleitarnos de la vista en la Ponta do Arnel.



- Ponta Delgada, la capital, por su paseo marítimo, centro histórico, sus impresionantes iglesias barrocas, sus interesantes y didácticos museos (Carlos Machado y Forte San Bras) y sus comercios bien surtidos (Mercado da Graça, Continente, Decathlon, entre otros).



- Los senderos muy bien explicados y repertoriados en la Web Oficial. Las vistas son fantásticas: acantilados hermosos y vertiginosos, vegetación majestuosa, muchas Hortensias, algunas Erikas azoreanas y más flores, aunque no es temporada pero podemos imaginamos un espléndido paisaje primaveral. En algunos caminos se cruzan viejos e ingeniosos molinos de agua. En fin, hay caminatas para todos los gustos.



Hay otros sitios que merecen mencionarse como la magnífica Lagoa de Fogo, el parque da Ribeira dos Caldeirões (grátis), Bretanha (aquí se instalaron los bretones en el siglo XV), Mosteiros (bellos atardeceres) y Gorreana, las únicas plantaciones de té en el continente europeo.
A lo largo de los 62 km de São Miguel hay demasiados sitios maravillosos, nos vamos agradecidos por esta bendita tierra en medio del océano.
Proxima parada: la Isla de Flores, la frontera oeste de Europa.
Até breve !
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