Cinco días en el Kruger

El Parque Nacional Kruger (KNP) es una de las zonas de conservación más grandes del planeta, en sus dos millones de hectáreas habitan 148 especies de mamíferos (varias amenazadas), 108 de reptiles, 502 de aves y 1990 de plantas (1). Es posible ingresar por alguna de sus once puertas y recorrerlo usando más de 3000 Km de rutas. Las carreteras están divididas entre las pavimentadas (en rojo en los mapas) y las carreteras de tierra (en amarillo), la limitación de velocidad es 50 y 40 Km/h respectivamente. Para la observación de su fauna se recomienda no sobrepasar los 25 Km/h.  

Nosotros pasamos cinco días en tres visitas, dos al sur y una en el centro del KNP. En cada visita, nos registramos en la entrada usando nuestra Wildcard. Fuimos a la expectativa de encontrarnos con los Big five : león, leopardo, elefante, rinoceronte y búfalo. Es muy emocionante, ya en las puertas decenas de hermosos impalas posan indiferentes y serenos. 

Estábamos a principios de mayo, es el otoño austral, la temperatura máxima diaria roza y hasta supera los 30°C, el crepúsculo ocurre antes de las 6pm.

Este es un breve recuento de nuestros recorridos y descubrimientos.

Primer día. Salimos desde Nelspruit y entramos por la puerta Maleane (65 km), de allí fuimos hasta el campamento Berg-en-Dal para comprar el mapa detallado del KNP y aprovechamos para tomar un buen café. Allí vimos las orejas de un par de hipopótamos. Continuamos la ruta amarilla hasta el Cocodrile river bridge para tomar un refrigerio ligero, finalmente hicimos un circuito hasta el campamento Lower Sabie y dejamos el KNP por la puerta del puente río Cocodrilo. 

Vimos elefantes, majestuosas jirafas, cebras, varios tipos de antílopes, jabalíes revolcándose en el barro, temidos búfalos y hermosas aves. Al final de la tarde había media docena de carros detenidos observando dos rinocerontes. Nosotros no los vimos. Recorrimos 150 km dentro del parque en unas 6 horas. Regresamos a Nelspruit de noche (110 Km) y aunque la autopista N4 está en buen estado, hay tramos en obras y la ruta es muy transitada sobre todo por camiones gigantes que transportan carbón. Al final del día, estábamos agotados, habíamos recorrido unos 320 Km, pasando más de 8h dentro del carro. Al día siguiente descansamos.

Día 2. De nuevo, desde Nelspruit ingresamos por la puerta Maleane y fuimos hasta el popular, simpático y recomendable sitio de picnic Afsaal para una pausa y tomar café. De allí subimos hasta el campamento más grande del KNP, hay de todo, carniceria, tienda de delicatessen y hasta spa. En el Campamento Skukuza, visitamos una réplica de las primeras huts y la biblioteca Museo Stevenson Hamilton, primer guardián del KNP, quien dedicó más de 40 años a la organización del parque y es considerado como uno de los padres del conservacionismo sudafricano. También hay un memorial de los perros guardaparques y un centro de conferencias. Aprovechamos para disfrutar de nuestro picnic, intrigados por el tren detenido sobre el puente (un muy exclusivo hotel $$$). Luego hicimos un circuito bordeando el río Sabie y nos fuimos por la puerta Paul Kruger en dirección de Graskop (80 Km). Vimos todos los animales que habíamos visto durante la primera visita y además un cocodrilo tomando sol. Este día recorrimos unos 150 km dentro del parque en 7 horas, incluyendo las paradas.

Una semana más tarde regresamos al centro del KNP como overnight visitors.

Día 3. Desde Moremela entramos por la puerta Phalaborwa (150 Km). Antílopes, un elefante, una jirafa nos dieron la bienvenida, divisamos búfalos y en uno de los miradores, contemplamos cuatro inmensos hipopótamos tomando sol. Con algunas vueltas por las rutas amarillas, llegamos a nuestro campamento en Letaba (65 Km). Aquí pasamos dos noches. En nuestro hut, nos maravillamos de los coloridos pajaritos que nos visitaban, después del picnic nos fuimos a la piscina, con el calor que hacía, fue una delicia. Al atardecer nos paseamos por la caminería a lo largo del río, escuchando el alboroto de los hipopótamos y el aullido de los wildogs. Cenamos en el excelente restaurante del camping, al ritmo de las canciones de un grupo de niños visitantes, disfrutando del wifi y de todas las estrellas del firmamento.

Día 4. Desayunamos, cuidándonos de los astutos monos que nos velaban. Nos fuimos hasta el campamento Olifants (40 km), de ida por una ruta amarilla para admirar el Baobab de 4000 años, uno de los pocos en el centro del KNP, la mayoría se encuentran hacia el norte. En Olifants disfrutamos una cervecita bien fría contemplando un elefante cruzar el imponente río, regresamos por la vía rápida (35 Km) para gozarnos la piscina y el Braai.

Habíamos reservado el Sunset drive, un tour guiado de tres horas (4:30 a 7:30 pm). No pudimos haber caído mejor, nuestra guía, Fiona, miembro del centro de investigación del KNP y un grupo de estudiantes y profesores especialistas en Wild Life de la Universidad de Michigan (USA). Es decir fuimos con tres docenas de ojos expertos, que nos permitieron aprender sobre la fauna del parque, observar un pequeño camaleón, una culebra, varios felinos, entre ellos una leona a punto de parir, varios búhos, comprender el comportamiento de los elefantes al anochecer y admirar los ojos de los cocodrilos de noche, igualitos que en la película de Peter Pan. Realmente, fue una suerte hacer un safari acompañados de investigadores en vida salvaje. El recorrido fue de unos 40 km.

Último día.   Me levanté tempranito, para ver el amanecer y repetir la caminata al borde del río. Luego de un poderoso desayuno, recogimos nuestros peroles y fuimos a visitar el Elephant Hall. Esta exposición muestra de una forma muy didáctica la anatomía, comportamiento y papel de los elefantes en la historia de la humanidad, también divulga resultados en contra de la caza furtiva. El corazón de un elefante puede llegar a pesar 28 Kg y su frecuencia cardiaca de reposo está alrededor de 30 latidos por minuto. Lo más impresionante en la exhibición son colmillos de marfil de hasta 60Kg con la respectiva reseña biográfica de sus dueños. Como última visita fuimos a la zona arqueológica Misorini. Donde hay vestigios de los pobladores de la zona durante la era del hierro. El sitio está restaurado. James, el guía, nos explicó que Phalaborwa, significa mejor que al sur, como estaba organizada la comunidad de los fundidores/forjadores de hierro y nos tomó una foto muy buena.  

Nos fuimos por la misma puerta que entramos, los antílopes, la jirafa y el elefante regresaron para despedirnos.

Impresiones finales

Visitamos parte de la zona sur y del centro del inmenso KNP. Es impresionante lo bien organizado que está todo. La seguridad y la seriedad de todos los funcionarios. Los caminos bien señalados, el personal atento y siempre con la información oportuna. Se nota el buen mantenimiento de las instalaciones y de la infraestructura. 

El servicio de hotelería es excelente. Nosotros reservamos un hut con capacidad para tres personas, incluía, lencería, nevera, aire acondicionado y braai. Nos tocó un rondavel bien ubicado con vista al río. Los baños son muy cómodos y siempre estuvieron impecables. La cocina era menos práctica, pero bueno estabamos de camping.

Lo más difícil fue conseguir un alojamiento dentro del KNP de gama intermedia. En nuestra búsqueda, siempre hubo disponibilidad de sitios para acampar y chalets/lodges de lujo. Pero poca oferta para los huts, así que les recomiendo reservarlos con antelación.

El precio de las visitas guiadas, caminatas o paseos (drives) es razonable, pagamos 384 rands aprox 17 por nuestro paseo al atardecer.  Los precios de las tiendas, cafés y restaurantes son prácticamente los mismos fuera del parque. Hay estaciones de gasolina en casi todos los campamentos.

Para disfrutar del KNP existen múltiples y variadas actividades: miradores, museos, tiendas, restaurantes, braais, piscinas para todos los visitantes y numerosos sitios para picnic.  Otras programas menos visibles son las visitas para niños con menos oportunidades y los centros de investigación. Es alucinante la cantidad y diversidad de profesionales trabajando en el KNP.

Aunque no somos observadores de aves, la gama de colores y multiplicidad de especies que nos sobrevoló nos impresionó gratamente.

El cansancio de los numerosos kilómetros recorridos durante los dos primeros días en la búsqueda de los Big five, atenuó el deleite de la increíble experiencia que estábamos viviendo. Por supuesto que nos hubiese gustado ver rinocerontes y leopardos, pero el Parque Nacional Kruger es muchísimo más que ellos, mucho más que los Big five.

Nos fuimos nostálgicos, pero sobre todo, agradecidos de haber podido disfrutar de este grandioso y espléndido lugar .

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2 respuestas a “Cinco días en el Kruger”

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