Una visita a Ciudad del Cabo no estaría completa para nosotros sin una excursión a la Montaña de la Tabla, patrimonio de la humanidad y una de las 7 maravillas naturales del mundo moderno.
Esperamos un día favorable: despejado, sin mucho calor y sin mucho viento. Fuimos en Uber hasta el inicio del sendero de la Garganta Platteklip, 1,5 Km después de la base del teleférico. Desde este punto se asciende casi 700 m, en 2 Km.
El camino está claramente indicado, bien mantenido y nos parece bastante concurrido. Es lunes y no pasan ni cinco minutos sin que saludemos excursionistas.
El camino se parece a una escalera gigante bajo el sol. Hay escalones que llegan a medir casi un metro, en algunos tramos subí gateando. Me caí tratando de no pisar una iguana negra, solo me rasguñé la rodilla. Tomamos varios descansos, conseguir una sombrita no fue fácil, casi al final es posible sentarse al borde de la pared de la montaña, donde pega una brisita y cae un hilo de agua, suficiente para mojar las gorras y refrescarse un poco. Las vistas son siempre espectaculares, Michel no se cansa de hacer fotos.
Habíamos llevado medio litro de agua cada uno, lo cual nos parecía razonable, pero no fue suficiente. Para mi estuvo rudo, no para Michel (ce n’est pas compliqué, il n’y a pas de passage difficile).
Al llegar al altiplano fuimos directamente a hidratarnos a la cafetería, estaba full de visitantes. El panorama es grandioso, se pueden contemplar las diferentes vistas de la ciudad, la Cabeza del León, las playas, la famosa Isla Robben y hasta llegamos a ver el faro Slangkop.
Con la cantimplora full, regresamos al circuito que lleva a la cima (Maclear’s Beacon), ahora el camino es plano y muy fácil. La flora es espléndida, identificamos la exótica flor nacional 🇿🇦 la Protea Real (Protea cynaroides). Ya de regreso pasando al borde del precipicio, contemplamos las nubes que van llegando rápidamente y la pared por la cual hemos subido.
En total, caminamos 9Km aprox. (2 Km de ascenso, 2 Km ida/vuelta por agua y 5 Km circuito en la meseta).
Regresamos usando el teleférico giratorio, rota sobre su eje, así todos los pasajeros pueden disfrutar de la vista en 360°. Increíble. Nunca habíamos estado en uno similar.
Michel quedó rojo rojito, yo quedé exhausta de la subida y del calor, pero ahora podemos presumir y decir : — Cuando vayan a la Table Mountain no hagan como nosotros lleven mucha agua y protector solar.
Los Viajes de Sara y Michel 
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