Si me hubiesen preguntado hace un mes dónde queda Asturias, me hubiese equivocado. Solo lo podía relacionar con los prestigiosos premios Princesa de Asturias.
Revisando boletos aéreos de bajo coste, conseguimos un vuelo ida y vuelta en menos de 60 euros (sin maletas), comprobamos que nuestro aeropuerto se encontraba al norte de España entre Galicia y el País Vasco. Nos pareció un destino interesante, ya que varias rutas del camino de Santiago pasan por allí. Así nos aventuramos a descubrir el Principado en quince días. Aquí les contamos, nuestras primeras impresiones.
Aterrizamos temprano en la mañana. Recogimos el carro de alquiler y comenzamos nuestro recorrido. En menos de 15 minutos llegamos a Salinas, una playa de más de un kilómetro de arena, caminando hasta la punta, nos encontramos con el Museo del ancla, al aire libre y un busto de Philippe Cousteau en el filo del peñasco custodiando el océano.


¡Qué bien se respira! El sol está radiante, hay pocos bañistas y surfistas, el agua aún está fresquita.
Seguimos rumbo hasta Avilés, llamada la Villa del Adelantado, en honor a su hijo más ilustre, Pedro Menéndez, corsario fundador de San Agustín, la ciudad más antigua de Estados Unidos y primer gobernador de La Florida. Nos fuimos directo al alucinante Centro Cultural Niemeyer, una garota nos vio dando vueltas maravillados y nos saludó cuando cruzamos el puente para visitar el espléndido y bien restaurado centro histórico.


Después de caminar un rato, admirando las calles de piedra, los edificios medievales y las hermosas fachadas, nos instalamos en una terraza para disfrutar de las vistas, descansar y observar con curiosidad a los peregrinos del Camino de Santiago pasar.


Al final de la tarde llegamos a Gijón, nuestra primera etapa en el descubrimiento asturiano. Nos alojamos en un AirBnB que indicaba tercer piso sin escaleras, en realidad correspondía a un quinto piso, pues además de la planta baja existen otros dos pisos llamados entrepiso y principal. Por suerte, el anfitrión nos ayudó a subir la maleta.
Gijón es una ciudad muy guapa a orillas del mar Cantábrico, la cual nos sorprendió por su rica historia y sus innumerables atracciones. Caminando hacia el centro descubrimos un puerto bien bonito y numerosas personas disfrutando de las vistas en las terrazas de bares y restaurantes.


Todo el barrio histórico se ubica en una península llamada Cimadevilla. Nos recibe la solemne estatua de Don Pelayo, un árbol hecho con las famosas botellas de sidra asturiana y el elegante Palacio del Conde de Revillagigedo, hoy en día un espacio administrado por la Fundación Cajastur. No tardamos en visitar la exposición temporal: Orto y Ocaso. Vidrio y loza en Gijón. Siglos XVIII – XX.


Más adelante nos topamos con la Plaza Mayor y el Ayuntamiento, llegamos hasta la playa San Lorenzo y de allí visitamos el Museo de Termas Romanas y luego el museo Casa Natal de Jovellanos. Me parecía raro que los empleados nos siguieran, me sentía vigilada, pero cuando terminamos de disfrutar de la exposición, cerraron el museo, éramos los últimos aplicados visitantes.


Finalmente subimos hasta la cima del Cerro Santa Catalina para contemplar el monumental Elogio al Horizonte, símbolo de la ciudad.
Otras visitas en Gijón :
- Museo del Ferrocarril, una colección de trenes de diferentes épocas en una antigua estación, la exposición incluye fotos y los sistemas de comunicación usados entonces. Es posible subir a vagones de diferentes clases, pero está prohibido atravesar los rieles.


- Museo del Pueblo Asturiano, super grande, consta de un edificio principal del siglo XX y otras edificaciones patrimoniales trasplantadas en un extenso jardín, cada una con una colección etnográfica particular. Nos encantaron las cocinas asturianas a lo largo de los siglos, la colección de gaitas y los simpáticos hórreos, graneros tradicionales que encontraremos a lo largo de todo nuestro viaje.


- La Laboral de Gijón, el edificio más grande de España, fue construido en la era franquista, inicialmente como orfanato y Universidad laboral. Actualmente alberga en sus vastos espacios, facultades universitarias, el conservatorio, una estación de televisión, varias oficinas administrativas y restaurantes. Dimos una vuelta por su inmenso patio, disfrutamos de la cafetería y de su Centro de Arte. La iglesia estaba en obras.


Primeras impresiones. Nos sentimos bienvenidos, los asturianos son muy majos. El patrimonio arquitectural es fantástico. Los museos nos cautivaron y las visitas son gratis. Avilés y Gijón nos impresionaron y nos mantuvieron bien ocupados durante tres días.
Nuestro periplo continúa por la costa este, hacia el Parque Nacional Picos de Europa.
Hasta pronto.

Deja un comentario